Otro capítulo, admití. Y a continuación, sabía que una
puerta se cerraba, dejando atrás mil explicaciones y mil formas de entender la
vida. Extenso, sin duda, para el que no quiere interés en escuchar las
historias. Aprender a escuchar, la asignatura pendiente, con la que visitamos
septiembre muchas veces. Superarnos a nosotros mismos, lo conseguimos con los
años, cuando nuestra preocupación es otra. Que mezcla de sentimientos y qué
gran contradicción. Vivir para aprender a vivir y disfrutar para desaprender lo
innato. Abrir el corazón a lo nuevo, a lo desconocido. Una carcajada y
continuamos.
Hay infinidad de maneras de suprimir el dolor. Huir tan
lejos, escapar sin destino marcado, ponerle fronteras al corazón. Nuestro bien
más preciado, el que jamás olvida, el que provoca todos los sentimientos, el
que hace brotar las mariposas que revolotean internamente, los nudos en la
garganta, los pinchazos… [NO permitida la entrada a toda persona ajena a
provocar sentido a la vida].
Supongo que fue de verdad, puesto que jamás podré olvidarlo,
pero si un día duermo sin soñarte, despiértame y revuélveme el pelo, dime al
oído que estás aquí y que nunca te fuiste.