Una noche de agosto soñé contigo. Todo aquello que no nos atrevimos a vivir salia bien. Yo que siempre había preferido arrepentirme por lo vivido en vez de pensar que hubiera sido de nosotros dos en caso de haber sido osados.
Escribir con esta calma que aporta no tener asuntos pendientes. Aunque parezca todo lo contrario. Porque lo importante empieza en el principio. "Salia bien". Era normal, correcto. Lo menos bueno lo hemos vivido estos años. Quizás por no encontrarme para dejar todos los miedos e inseguridades atrás. Y poder ofrecerte la mejor versión.
Claro, no es tan sencillo. Pero estamos preparados para ello.
Me habías despertado con un beso en la mejilla. Y había libertad en la mirada, ganas de arriesgarse. Y quemarse por completo. Y así hemos hecho. Ahora podemos vivirlo, claro que si. Quizás porque yo no te lo esté pidiendo, porque simplemente lo necesitemos. El placer de dos cuerpos que se adoran no se puede tirar por tierra por ser cobardes.
Llegar es lo importante. El tiempo es relativo. La decisión es solo nuestra. Primordial elegirse antes de arder. Siempre será más sano, más lleno de energía.
Si te echo de menos es porque anhelo el tiempo de desesperanza. Si te falto, quizás sea por tenerme en primer lugar.
Si te espero, es porque mereces disfrutarlo en público. Si te escondes, es porque deseas que te busque. Es absurdo engañarse.
Porque no es cuestión de creerse superior, sino de aprender de los errores. Y pasar a la siguiente pantalla, que se emociona con nuestros pasos.
Que no quede solo en poesia, que sea realidad. Que ya hemos ganado, simplemente por la casualidad que nos acompañó. Encontrarnos. Que lo luches, que lo vivas, que lo sueñes y que lo cumplas.
Porque al principio y también al final: Salia bien.
