Crear y amanecer. Vivir cada
segundo al límite. Compartir las alegrías. Escuchar su risa mientras te mira
con cara de póker. Creo que le sorprendes a diario, imaginando los futuros
contigo.
A veces, le echas de menos. Otras
veces, no quieres ni pensarle. Porque si un día desaparece, se lleva parte de
ti en los poros de su piel.
Gruñes cuando descubres que
improvisas sin darte cuenta. Te enfadas. Y lo que siempre funciona es su
mirada. Su consuelo. Su forma de ver las cosas. Aptitud, lo llaman. La fuerza,
la lucha continua. Valiente hasta en las peores situaciones. Me gusta como mira
hacia delante, como afronta la realidad. Como se enfrenta a sus miedos, como
disimula cuando duele. Si, era dolor. Realmente, le dolía, lo sufría, como todo
el mundo. Aunque tarde, fue el primero.
Decías que todas las personas no
son iguales. Que las historias se viven de forma distinta. Es importante el
punto de mira, las percepciones, hasta los prejuicios.
Y lo esencial, fue conocerte.
Como nunca, como a su mirada.