Transcurren horas, días, semanas,
meses, años. Aventuras, diversión, llantos.
Casada con hijos. Trabajo, salud.
Y como cada mañana, despertarse al amanecer. Contenta, abstraída, sola con su
intimidad. Ella y el amanecer. “El que me pierde, me busca. Y si me busca, me
encuentra”. Y se pregunta: ¿por qué no un paseo?
Por la orilla, descalza,
relajada, concentrada en sus pensamientos… Y de repente, él, la casualidad más
bonita de todas las casualidades. Cruzan miradas de complicidad, miradas que lo
dicen todo, miradas fugaces, furtivas.
Él, sobre dos ruedas, y detrás
ella, que le cuida, le protege, le mima. Se miran, se sonríen.
Le gustarían tantas cosas. Faltan
tantos momentos. Sigue su camino, mojándose los pies, distraída, dejando las
huellas en la arena de la playa.
Hacia delante, horizonte. Echa un
vistazo atrás, amor, locura, pasión y… tan sólo cinco pasos.