jueves, 31 de enero de 2019

Cuatro


Recuerdos de una noche de verano, de calor, de humedad en los cuerpos. Deseo tímido de unos labios ardientes, que finalmente se rozaron. Una selección, un traslado, una página de contactos, un tema tabú y dos personas queriéndose desde el principio. Es lo mejor que sabemos hacer: querernos.
Años increíbles de amor, viajes, vida, compartir, luchar, soñar, aumentar los retos. Alcanzar las metas, rozar el éxito. Convivir, recuperar el tiempo perdido, amarse sin medida.
Vamos a compensar a besos, con caricias y sin temores. Soñando despiertos. Recuperándonos, sintiéndonos. Construyendo nuevos muros, nuevas fronteras. Mundos infinitos. Reinventándonos, viviéndonos. Consiguiendo así la mejor versión de nosotros mismos, porque crecer a tu lado también es aprender a superar infinitos temores.
Agradecer este número par de amor, cariño, lucha y templanza.

lunes, 28 de enero de 2019

Incendio.


Echará de menos contar sus lunares, mientras le acaricias la espalda. Dulces toques con los labios y un amplío deseo. Te has dado cuenta de su belleza, de su intensidad. No deja de ser un embrujo, el halo de misterio que te envuelve, que te engancha, que te arranca la piel. Le recuerdas suspirando en cada recuerdo. Las veces que te clavo los ojos y le ardía la mirada. Esa mirada, que te lo decía todo sin mover los labios. Sin palabras, absorta, perdida, pellizcándote para comprobar que no es un sueño. Volviendo eterna, renovada, alada. Con magia, con sonrisa. Mordiéndote el labio inferior, el que roza junto con el cuerpo. Una lengua juguetona, una piel salada, labios ardientes, mejillas sonrojadas. Calor. Incendio del alma en el cuerpo. 

lunes, 21 de enero de 2019

Rendición


No me rindo. Escribo lo que siento. Como si se fuera esfumar de la noche a la mañana. Como si desapareciera quien me inspira. No me rindo. No quiero rendirme. Es una guerra de dos. No hay armamento, solo nuestros corazones latiendo al mismo ritmo. No me rindo, a pesar de la distancia. No me rindo porque ya hemos vencido en otras ocasiones. Sin embargo, te rindes, te desplomas. Y entre el desasosiego y la esperanza, sobrevives días sin mucho sentido, con las mismas caras, los mismos quehaceres y los mismos sentimientos. Y no quieres hablar de sentimientos porque en ese terreno te gustaría gritar alto y claro que no te rindes, que luchas hasta el final, que tienes el don de hacerla feliz. Y ella quiere que le hagas feliz. Si, tú, el que se ha rendido.
No me rindo porque no quiero rendirme, porque no entiendo cómo podría hacerlo teniendo mi motor, mi energía, mi día a día, tú.