Exploté. De imprevisto, sin venir a cuento, cuando ya había
entrado en el camino correcto. Estallé con quien menos lo esperas. Quizás por
eso estás relajada, porque es banal, de la vida misma. Aunque siempre ha sido
importante, aquí solo fue ocio y placer. Jamás lo imaginé. Mucho tiempo en esta
vida intensa, en este vaivén nocturno. Y ahora compartíamos con alguien más
esta intensidad.
Te digo, me sentí diosa por un momento. Yo también podía, yo
también sabía. Empatamos. O eso creo. Porque eso era precisamente lo que
significaba parar el mundo, como por arte de magia. Y con este stop, frenaba el
ruido interno, el murmullo, el querer y no poder. Era refugio. Era hogar. Era
él.