Guerra vencida

Guerra vencida. Paz sin medida. Silencio. ¿Y tú cómo lo explicas? Cansancio emocional. Palabras que vuelan a tu son. Don amor desprevenido, me puedes encontrar sin molde en el cajón, estropeada por los años, revuelta en el colchón. Y la movieron al son de una canción, la melodía del amor. Sin facturas, este amor que no te ayuda y un contrato de alquiler de caricias y besos a fin de mes. Este mundo del revés, este ritmo improvisado, esta guitarra desafinada y las agujas del reloj.

Placer aniquilado.

Rompes el camino por donde pasas. Sueñas en voz alta. Ries con todos los dientes. Luces ante el espejo. Quitas el sentido. Despegas hacia el horizonte. Belleza aproximada. Quiebra el corazón con tus palabras. Ruges de enfado, de rabia, de deseo. Suspiras agotada de una vida plena. Brillas como una estrella. Sonríes que te mueres. Placer aniquilado. Te saltas las normas sin pensar en las consecuencias. Buscas entre tanta gente siempre un hueco para ti. Le gritas al mundo que sigues viva y que te lo vas a comer. Campeona, luchadora, valiente. Apunta y dispara lo más alto que puedas, porque se que vas a llegar. Todo está, estaba en tu mano. Que corra el tiempo pero que me lleve así, enjaulada por amor. Ardiente deseo de sentirse libre y dibujar tu nombre en la pared.

Mi final: tú.

Me quedaron muchas cosas por contarte, por escribirte. Sentirte fue el mejor de los deseos de toda una vida que llevó tu nombre hasta los últimos latidos.

Me quedó decirte que te quise, que te quiero y que te espero. Más allá del universo, estuvimos en ese lugar que tú y yo conocimos y que fue íntimo y especial.

No olvides, no perdones, pero vive, siendo libre, soñando, besando, sonriendo, amando. Eres y serás mi más bonita casualidad.

Los puntos que llevan tu nombre, los latidos infinitos, la imposibilidad de tenerte, la intensidad, la inspiración, la letra, el cariño, la poesía, las palabras, las caricias. Cada instante, cada sueño. Mi destino, mi final: tú.