Pasos previos

Un día, no sabes si contenta o triste, al son de la rutina. Como una máquina programada las 24 horas. Sabes que corresponde a cada momento e incluso a nivel sentimental. Todo sigue un patrón, unas normas. La exigencia y el castigo por desobedecer son máximos, así que continúas.

Inevitablemente, no has dejado de pensar en esa persona. A pesar del esfuerzo. A veces, dejarse llevar por los impulsos es una bocanada de aire fresco.

Y piensas, de manera recurrente que él no te va a pensar, a buscar, a llamar, a aparecer sin avisar. ¿Lo agradeces?

Es el paso previo, ya lo conoces de antes. Es totalmente normal, incluso no querer volver a creer. Qué triste. O no. Muchachita de ojos verdosos, tienes mucho que aportar y el mundo no se escribe con las letras de su nombre. 

Que es inevitable sentirlo, escribirlo. Tratar de entender una vez más y caer en la tentación.

Voy a por ti

Reconozco que le echo de menos. Al lado de la cama, en mi espalda, en su espalda. En la poesía. En su poesía. La piel de gallina. El tacto. Sus manos, sus caricias. Sus impulsos. Que el regalo más especial sea ese abrazo. Que no exista nada más. Que fluya, que flote. Que sueñe, que vuele. Que me encuentre. Que le encuentre. Dispuesto. Impaciente. Ardiente. Que lo disimule o que no lo haga. Que te mire y pare el mundo. Que sea desconexión. Que admire, que ría. Que llore. Que confíe.

Díselo porque si no se lo dices, te quemará por dentro.

En el mejor de los casos, se alegrará de oírlo. En el peor, seguiremos contando intentos. No te rindas. Lucha con garras. Hasta que no puedas más y entonces… inténtalo una vez más.

-          Voy

-          Ven.

Con toda mi alma.

 De poco sirve dejar todo de lado.

Sólo alejarte más de lo querido.

No volver a caer en picado, como meta.

No escurrir el bulto. No mirar hacia otro lado.

Preocuparse. Enfrentarse. Recuperarse.

Ocuparse de nuevo.

Ver error y aprendizaje.

Distinción ante tanto de lo de siempre.

Débil, propenso.

Oportunidad en la desolación.

Lágrimas saladas y dulce pecado.

No hay peor culpa que la propia.

Ni peor derrota que la de uno mismo.

Por eso, lucha con tus medios,

que de sobra sabes que es más que suficiente.

Querer amansar la fiera. Y convertir ajeno lo propio.

No distinguir sueño de realidad. 

Escribir, desordenar ideas.

Volar hacia tu tejado, 

cogerte de la mano,

y remover tu corazón.

No entender absolutamente nada.

Continuar con vida.

Sobrevivir a lo adverso.

Dudar de la infinita historia que vivimos,

y que ahora añoro con toda mi alma.