Nunca terminamos de encontrarnos
en el mismo punto, en la misma idea, en el mismo contexto. Lo ideal. Una
balanza, que se balancee siempre al mismo ritmo, a veces lento otras tantas
veloz.
Cuando yo buscaba un refugio
entre tanta imaginación, tus sentidos volaban en otros cuerpos, en otro
espacio. Y tú, te revolvías cada vez que no me encontrabas, pero jamás
declinabas ante los deseos.
Además, siempre tendrás lo que
los demás perciban de ti. Quizás tú tengas visiones distintas, pero ellos las
cambian para formar una revolución. La revolución que se forma en el amor, que
se formó en tus ojos.
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