Anclado en el pasado, vivo el ritmo diferente, atónito. Mis
sentidos me reclaman. Rebusco las palabras para no tener que decírtelas.
Recuerdo haberte tenido, y ahora, roto, por el dolor, por el transcurrir de los
días sensoriales sin sentido, te escapaste de mis manos. Casi siempre jugando
al azar, con miradas hacia todos lados. Hasta tu forma de disimular. Y tus delicados
actos para reconocerte dama. Las inseguridades de los formatos de la sociedad y
sus cambios. Los extrañan mis deseos. Mis temores cuando era tan sencillo como
sentir la paz interior que me ofrecías. La calma constante, a pesar de los
nervios, tus nervios, tu falta de control, tu improvisación, tus impulsos. En
definitiva, aprender a vivir sin ti, contigo al lado.
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