Hoy era ese día en que tomamos decisiones. Rápidas, sin
consecuencias inmediatas. Solo por reaparecer. Por volver a inventarnos. Por
recuperar nuestros sentidos. Ni si quiera podrías recordarlo. Jamás ibas a
entender que en el calendario aparecía en rojo. El rojo de unos labios
irritados del deseo. Mordidos por la pasión desgarrada. El mínimo gesto,
palabra o roce suponía desatarse, perder el control. Y caímos en la tentación
de poder justificar una mañana catastrófica.
Por otro lado, la bella dama comenzaba a crecer y resolvía
sus problemas completamente sola. Eso me dio fuerzas. Y me ayudo a comprender
que cada ciudad escondía una parte de ti. Era imposible desprenderse de nuestro
calor corporal, de nuestro sentido del amor. De eso, se encargaron los 365 días
siguientes. Y aquí, volviendo entre gotas de agua fría, reviviendo tu calor, se
pasa la noche y tú no regresas como aquel día inesperado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario