miércoles, 3 de julio de 2019

Recepción


Creo que nunca entendí mejor la sensación de querer contar algo sin tener un receptor. Y es que era precisamente lo que más nos preocupaba, alguien que fuera cómplice, testigo, que nos escuchara, que nos comprendiera, que formara parte de este todo que nos une. Evidentemente, no es un misterio que nos pudo la presión. Elegimos la poesía de los labios, carnosos, con heridas, irritados de los besos que nos desgarraban el corazón en cada embestida. Y además para ellos nunca fue suficiente, siempre más. Y aumentar la dosis no era la mejor opción, pero calmaba los deseos. En el último piso de aquel rascacielos, soñamos con poder volar, juntos. Aun así, quiero decir que se conocieron en una noche de latidos al viento. Que interesante. Qué casualidad. Que delirio, que locura. Llovía fuera y dentro, nervios que se formaban al iniciar el juego de tu vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario