Me hizo libre reconocer mi error. Desprenderme de todo lo
que me hacia sufrir. Me sentí libre al derrumbar infinidad de castillos de
arena. Porque sí, también era de las que sabía aquella historia de la búsqueda
del príncipe azul. El ensueño de vivir el amor sin límites. Eso nos enseñaban
de pequeñas. Empecé a vivir libre cuando poniendo las cartas sobre la mesa, me
di cuenta de que la vida no te había puesto en mi camino para recorrerlo
juntos. Lo crean o no, me despojé de aquella mochila tan pesada y comencé a soñar,
a emprender recorridos a corto plazo, a experimentar los grandes cambios, a
diferenciar lo realmente importante de la vida de lo insignificante. Y es que,
como ya lo dijeron otros, seriamos capaces de todo si confiábamos en nosotros
mismos.
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