Nunca sabemos cuándo debemos
viajar al lugar más recóndito de nuestra alma. Quizás en los sueños más
completos, en los que no se olvidan al despertar. Abriendo los ojos a su lado.
Con compañía. Su compañía. La más inesperada, la más inoportuna. Llegó por
casualidad y solo él sabe como pudo encontrar el sitio entre tanta locura. Como
traspasar los límites impuestos en total libertad. Como determinar los sentidos
que rozar. Y cuando logró cubrirte de seda, entonces entendiste que el viaje
había comenzado. Que no podemos retroceder si se trata de nuestros labios. Que
en conjunto, seriamos dos almas encontrándose en el paraíso. Quizás en los
deseos pudimos destaparla sin darnos cuenta. Quizás en el tiempo que transcurre
cuando se nos olvidaba el mundo. Quizás en el momento de reconocerse, con mil
excusas, mil perdones, enamorándose de sus miradas. Porque, bien es sabido, que
lo de sus ojos era para recordarlo siempre. Podríamos aislarnos en su expresión
y tal vez no lograrían comprender su importancia. En definitiva, su felicidad
era la mia.
Touché
ResponderEliminar@versatostrada