Te escribía que había deseado tus
besos, que parecían irresistibles. Te leía hasta en los momentos más oscuros.
Te soñaba cuando menos lo esperaba, sin rostro, sin temor. La única
distracción, tu indiferencia. Te pensaba para conectarme a ti, para sentirte
cerca. Te hablaba a escondidas en la soledad de aquellos rincones en los que
era necesario perderse. No obtenía respuesta, quizás no querías escucharme. Te
olvidaba a diario y te recordaba sin cesar. Te miraba cuando tú no lo hacías.
Te sonreía inevitablemente. Te daba lo más preciado, mi tiempo, mi descanso, mi
locura.
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