lunes, 24 de febrero de 2020

Por la noche


Entonces le ví, a unos pocos pasos, le disfruté distraído, frío e incluso nervioso. Si, lo estaba. Giraba la cabeza de derecha a izquierda como queriéndome buscar. Hasta que nuestras miradas se cruzaron. En mi cabeza, había estado ajena a cualquier sonido de la escandalosa calle de la ciudad. Nerviosa supongo, pero convenciéndome de que entraba dentro de la normalidad. Un mero trámite para pasar el mal trago. En ese preciso instante, ya no quedaban ni si quiera murmullos. Totalmente abstraída de la realidad y atrapada en aquella cálida mirada del que espera agradar. Estaba claro que lo había conseguido. No sé qué fue lo que me devolvió a la realidad para poder continuar. Intercambiamos formalidades propias de canciones. Nerviosos, cómplices, sin comprender, reímos y gritamos hasta quedarnos afónicos. Noté su mirada en mi clavícula, en su lunar, en mi lóbulo. Tan intensa. Quise volverme a evadir y te observé disfrutar del ruido. Me revolví ante el gentío como distracción. Aunque tú ya habías adivinado el juego y me ganaste.

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