Perdido en la penumbra, contigo, a mi lado. Miramos de
lejos, aquellos tiempos mejores que los que nos acontecen. Esas noches vestida
de reflejos dorados, de brillos alados, me revolvían el estómago, me ardían los
deseos y moría por rozarnos. No olvido que te tuve entre mi cuerpo sin tenerte,
sin sentirte. Ni esa sonrisa revoltosa que provocaba mis instintos. Y luché,
como nunca, como siempre, sin descanso, porque estaba dispuesto a conseguirlo.
Nada como creer en uno mismo. Mis manos, nuestras manos y el calor hicieron el
resto. Te recuerdo como mi inspiración continuada, la dueña de mis poesías.
Ajenas a que se instalarán en los sentimientos de algún lector, siempre
llevaron tu nombre. Contar mi historia fue realmente cautivador. ¿Qué quien
soy? Un vividor que escribe para recordar. Un escritor que narra sin pausa, avergonzado
de mostrar mi realidad.
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