jueves, 2 de febrero de 2012

Ódiame, si te da la gana.

Soy caprichosa. Me guío por impulsos, hago lo que siento en cada momento. Soy sincera, digo lo que pienso.
Soy como soy. No me importa lo que pienses de mí, si me adoras o no.
El tiempo ha transcurrido, despacio si, pero efectivo. Las cosas han cambiado. Me alegro de ello.
Exprimí la mitad de la naranja, tengo experiencia, he aprendido una lección más. Me es indiferente el año, el mes, el día, la hora, el lugar. Solo sé que mi señal verde sigue encendida y le queda energía para rato.
En tan sólo 19 horas, puedes darte cuenta de que un hecho tiene la importancia que tú le quieras dar. Y para mí, ahora mismo no la tiene. No es una manera de despedirme, pero tu opinión ya no tiene sentido para mí, no es el eje central de mi vida.
Esta soy yo, exclusiva y única. No soy la sustituta de los errores ni tampoco de las negativas.
Tú, que te encuentras en la misma posición, deberías admitir que le quiere a él, y él luchar por lo único que ha querido en su vida.
Olvídate, que la vida no la he inventado yo.

Posdata: No eres tú quien me desvela todas las noches.

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